Por Roberto Gutiérrez
Para legitimar un triunfo en la elección presidencial de 2024, los partidos PAN, PRI, PRD y MC, requieren de una reforma electoral; el actual modelo responsable de organizar las elecciones en el país está agonizabdo y ningún candidato de oposición sustentaría un resultado confiable, con un instrumento político electoral, cuestionado por los ciudadanos, como lo está ahora el Instituto Nacional Electoral (INE).
Los antecedentes en el uso y abuso de su presupuesto, su estructura anquilosada, los salarios ofensivos de los consejeros, el gasto más caro en el mundo en organizar elecciones y sus vínculos con ex presidentes, políticos y funcionarios; lo hacen inviable para definir una elección democrática, pero además los mexicanos no lo permitirían.
México ha ido avanzando en sus procesos democráticos, desde que le arrancó al gobierno la facultad de organizar las elecciones y ciudadanizó sus estructuras y esa tendencia debe continuar como una exigencia de todos.
Decir y repetir, por ignorancia que se quiere desaparecer al INE, es una falacia y ya nadie lo cree; es tan falso como la pobreza franciscana de Vicente Fox y ofende la inteligencia de la población por ser una estratagema de quienes se beneficiaron de la corrupción y el dinero público, entre ellos muchos diputados, dirigentes de partidos políticos y funcionarios, que en el fondo saben que para ganar la próxima elección se requiere transparentar y reformar al organismo como lo reveló la última encuesta encargada por el Instituto, que por cierto se guardo sin darse a conocer y ahora fue descubierta.
El Instituto Nacional Electoral, simplemente, así ya no les sirve, para ganar la próxima presidencia de México y menos con lo que está pasando del Caribe a la Patagonia, con triunfos de la izquierda, como recién ocurrió Lula en Brasil, que ha mostrado en los últimos años a un elector enterado, con otro nivel de conciencia, lastimado por la corrupción, la desigualdad, el abuso del poder y que se pronuncia por los menos favorecidos.
El INE debe cambiar y convertirse en un organismo austero, con consejeros autónomos y una estructura que funcione sin la injerencia de los partidos políticos, pero además eliminar la sobre representación de diputados federales y Senadores, para evitar el pago de favores políticos con candidaturas plurinominales a amigos, familiares, lamebotas y arribistas, que ningún beneficio dejan a la democracia.
Pero si a nivel federal la Reforma Electoral en los estados de la República es una necesidad urgente, ya que los organismos electorales, no han sido diferentes, con consejeros “becados” que solo van a vacacionar tres o más años y funcionarios electorales, desde su presidente supeditados al Ejecutivo estatal, por cuestiones de presupuesto, propuesta que debe analizarse a fondo, pues pasa por la soberanía de las entidades federativas en temas relevantes como la elección de sus representantes.
Los mexicanos estamos de acuerdo en reducir el costo electoral terminar con la supremacía de los funcionarios electorales que muestran un país que nos es ajeno, donde abunda la riqueza, pero con dinero del erario, por lo que debe buscarse prevalezca la honradez, la austeridad tal y como ocurre en muchas partes del mundo y restarle privilegios a funcionarios que están ahí para servir y hacerlo debe ser un honor, no una oportunidad para robar.
Además debe reducir el dinero público a los partidos, que la mayoría se gasta en ostentosos salarios para sus dirigentes y que se destine a hospitales, escuelas, universidades, calles, drenaje, caminos, etcétera, que termine esa alianza vergonzosa entre políticos y funcionarios que usan el erario para su beneficio y se olvidan que hay un México que sobrevive con salarios de hambre y para los que es ofensivo el uso del dinero público usado en frivolidades de servidores públicos, que hoy más que nunca deben predicar con el ejemplo.