El edificio en Tianjin (China), tiene un auditorio esférico y capacidad para 1,2 millones de libros.
Algunos la llaman ‘el océano de libros’ y para otros es un ‘mar de sabiduría’. Hay quienes la consideran la ‘biblioteca del futuro’ y otros la han bautizado ‘El Ojo’. Su diseño ondulante, los espacios amplios y las similitudes con la naturaleza (incluida la forma del ojo) de la futurista biblioteca que se inauguró en el distrito de Binhai, en Tianjin, no dejan indiferente a nadie.
El estudio de arquitectura neerlandés MVRDV fue el responsable de terminar la Biblioteca Binhai de Tianjin, un centro cultural de 33.700 metros cuadrados con un auditorio esférico luminoso alrededor del cual se despliegan las estanterías de piso a techo, con espacio para 1,2 millones de libros.

“Este proyecto se realizó en colaboración con los arquitectos del Instituto de Planificación y Diseño Urbano de Tianjin”, informa Isabel Pagel, responsable de relaciones públicas de MVRDV.
Según ella, las estanterías ondulantes se usan tanto para enmarcar el espacio como para crear escaleras, asientos, techos estratificados y lumbreras. Estas estructuras, conformadas por plataformas salientes en las que es posible sentarse a leer, o caminar sobre ellas como si fueran cornisas –además de acceder a los libros, dispuestos en anaqueles contra la pared–, son el principal dispositivo espacial del edificio, diseñado y construido en tres años.

La biblioteca está en Tianjin, una metrópoli costera. Está junto a un parque y forma parte de un grupo de cinco edificios culturales conectados por un corredor público y diseñados por un equipo internacional de arquitectos.
“La masa del edificio se proyecta hacia arriba y está ‘perforada’ por un auditorio esférico en el centro, mientras que las estanterías están dispuestas a ambos lados de la esfera y actúan como un todo, desde las escaleras hasta los asientos, e incluso a lo largo del techo, para crear una topografía iluminada”, describe Pagel.

Según Winy Maas, cofundador de MVRDV, “el volumen del edificio hace que su interior sea como una cueva en la que se produce una especie de abrazo entre los medios audiovisuales, que funcionan en el auditorio en forma de bola, y el conocimiento que representan los libros”.
