Compartiendo culpas.
Lic. Aldo Antonio Zarazúa Guzmán.
Mientras en otros países la profesión docente goza de gran reconocimiento y prestigio, en nuestro país se considera al magisterio como una carrera mediocre.
Muchos son los comentarios negativos que a lo largo de los años un servidor ha escuchado de personas que consideran al profesor como un subprofesionista.
Si bien, muchos compañeros docentes no cumplen con sus funciones como todos lo desearían, la labor diaria del profesor es desgastante: desde la desmadrugada al levantarse a las cuatro y media o cinco de la mañana, pasando por el viaje de una, dos o más horas, la caminata de varios kilómetros para llegar a la comunidad, el trabajo con grupos saturados de alumnos y demás actividades que no concluyen hasta cerca o pasada la media noche.
Es cierto que algunos profesores resultan privilegiados al lograr acomodo en centros de trabajo cercanos a sus domicilios, pero la gran mayoría comienzan su carrera en comunidades apartadas de su lugar de origen, experimentando la carencia de transporte y la escasez de agua, calor o frío extremo, largas caminatas por caminos lodosos o subiendo las laderas de los cerros para llegar a la escuela, para al final recibir un salario que a algunos les puede causar risa, a otros más lástima y a otros tantos, coraje e impotencia.
La marginación es algo inocultable en el Sistema Educativo Nacional: la lejanía y aislamiento de algunas comunidades contrasta en forma escandalosa con las ciudades; en las primeras los centros educativos tienen todas las carencias, mientras que en las zonas urbanas, las escuelas cuentan con todos los servicios y equipamiento.
Es innegable el abandono que el gobierno mantiene hacia los centros educativos y, aún así, culpa a los profesores de los efectos que las interminables crisis económicas, las ineficaces políticas educativas y el rezago que cuatro décadas de desatención a la educación pública han dejado a su paso.
Los profesores no son los únicos actores de la educación ni los responsables del pretendido fracaso de esta en el país. Padres de familia, alumnos, autoridades y docentes son algunos de los eslabones de esta cadena y la falla u omisión por parte de uno de ellos causa efectos negativos en el proceso educativo, sin embargo, no somos capaces de aceptar nuestras responsabilidades y por ello cargamos toda la culpa al profesor.
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