Por: Fabian Gutiérrez Araujo
En los salones de clases se respira el pánico, el riesgo de que un niño o joven lleve armas de fuego o cuchillos a la escuela es latente.
A un mes de que se diera la peor masacre ocurrida en la escuela primaria Robb de Uvalde Texas donde un adolescente de 18 años mató a 21 personas, 19 de ellos niños y dos maestras, el fenómeno de las balaceras en las escuelas quedó en el olvido.
Y es que las autoridades educativas después de un hecho violento relevante en una escuela, siempre son las primeras en salir a prometer con programas inoperantes donde prometen reforzar la seguridad de alumnos con perros y cateos los planteles educativos, donde lejos de brindar oportunidades de recreación como el deporte, el compañerismo y promover valores, prefieren reprimir que educar.
Y es que se debe educar mejorando la integración familiar, abriendo espacios de recreación, garantizando el empleo, la salud y la alimentación para que haya un crecimiento armónico de la familia, generar valores sociales comunitarios etc. ¿Alguien les ha preguntado a los niños cuáles son sus valores? ¿Su proyecto de vida? ¿Qué piensan de la falta de espacios para jugar, de bibliotecas para estudiar, de canchas para hacer deporte? ¿De oportunidades para cuando sean jóvenes? ¿De la violencia cotidiana?
Algo muy grave está pasando entre los niños y jóvenes en las escuelas, la violencia en los salones de clase a alcanzado limites estratosféricos donde un insulto entre alumnos puede pasar a una masacre, y donde los directores prefieren dejar pasar los problemas entre alumnos, los maestros no están preparados y los padres de familia no saben qué hacer.
Los padres de familia dejan horas a hijos jugando free fire, el celular se ha vuelto la niñera y los niños son tratados como reyes de la casa, con faltas de respeto hacia los padres y sin obligaciones.