«Me levanto a las 6:30 de la mañana, desayuno y a las 8:00 empiezan las clases. Estudio en la escuela hasta las 4:00 de la tarde, y de lunes a jueves entre las 4:10 de la tarde y las 8:00 de la noche voy a un instituto privado. Por lo general, en la noche hago mis tareas escolares, hasta las 11:00 de la noche. Pero a veces hasta la 1:00 de la mañana. Eso es muy normal aquí. Todos estudiamos así. Yo estudio un promedio de 16 horas por día».
El extracto pertenece a ¡Sálvese quien pueda!: El futuro del trabajo en la era de la automatización, libro de Andrés Oppenheimer. Quien habla es Surim Kim, una estudiante de 17 años de la Escuela de Robótica de Seúl, Corea del Sur.
Es solo uno de los casos de estudiantes asiáticos que dedican buena parte de sus días al estudio. Más allá de que hay diferencias entre ellos en la extensión de su calendario escolar, la mayoría coincide en la importancia de las horas extracurriculares.
«En general, van a la escuela muchas horas y después concurren a escuelas complementarias que se llaman Cram Schools», puntualizó a Infobae Melina Furman, doctora en educación y profesora en la Universidad de San Andrés. Las Cram Schools son instituciones privadas intensivas que se enfocan, sobre todo, en preparar a los alumnos para exámenes de ingreso. Su derivado, «cramming», caracteriza su esencia: significa «estudiar mucho en poco tiempo».
El caso de Japón es el más saliente. Con 201 días de clases, tiene el calendario escolar más extenso de los que mide la OCDE. En total, tienen 742 horas de enseñanza. Y los resultados están a la vista. En las últimas pruebas PISA de 2015, están en el top 10 en las tres disciplinas que se evalúan: matemática, habilidad lectora y ciencias.
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Con más horas de estudio, los alumnos asiáticos pasaron a estar en los más altos estándares. «Más horas de clase no aseguran automáticamente mejoras en la calidad de la educación, pero es altamente probable que menos horas la empeoren», afirmó Alieto Guadagni, autor de distintos informes sobre el tema.
El panorama en Latinoamérica es dispar. Brasil (201), Colombia (200), México (200) y Costa Rica (198) tienen los calendarios escolares más extensos de la región y más de 800 horas de clase anuales. El calendario argentino estipula 180 días de clases: tres días menos y 72 horas menos que el promedio de la OCDE.
Esos 180 días teóricos, en general, tampoco se cumplen por conflictos sindicales y ausentismo docente y estudiantil. Asimismo, en 2011 se planteó en el Consejo Federal de Educación la necesidad de alcanzar la meta de los 190 días. Se consensuó ir avanzando progresivamente, pero nunca se llevó a los hechos.
En realidad, no hay verdades reveladas sobre horas en la escuela y éxito educativo. De hecho, otros países que son referencia optan por menor carga horaria. Finlandia, por caso, imparte 677 horas cada año, pero sus estudiantes se destacan en las pruebas internacionales. Estonia tiene todavía menos horas (619) y en PISA está tercera en ciencias, sexta en habilidad lectora y novena en matemática.
«La extensión del calendario escolar por sí sola no garantiza ningún nivel particular de aprendizajes. Allí intervienen múltiples factores, inclusive algunos que ocurren fuera del acto específico de la escolaridad, como son el nivel educativo de los padres, el clima familiar, el nivel socioeconómico de la familia, el nivel de nutrición del estudiante y las prácticas y hábitos de su grupo de referencia», planteó Juan María Segura, experto en gestión e innovación educativa.