Una de las mayores obsesiones es aprender inglés. Pero, no de cualquier manera. Queremos, y debemos, ser bilingües. Sin embargo, vivimos en un entorno en el que solamente habla inglés una minoría.
La escuela de idiomas CNA dio con la fórmula perfecta. ¿Qué mejor que un nativo para enseñar un idioma? Buscó personas que estuvieran dispuestas a ceder su tiempo a un desconocido y encontró al grupo perfecto. Todos ellos vivían en el complejo Windsor Park de Chicago.
Eran ancianos que necesitaban y querían hablar; simplemente, deseaban tener compañía. Todos ellos vivían solos, sin familia o con pocas visitas. Los alumnos brasileños y los jubilados estadounidenses crearon, desde entonces, unos lazos muy fuertes.
Hace un año, la escuela creó otro método revolucionario. Contactó con una pizzería de Los Ángeles. Los clientes, al llamar para pedir su comida, tenían la posibilidad de realizar un pedido normal o de hablar con un estudiante brasileño residente en São Paulo. El joven le tomaba nota y, después, le informaba que podía tener grandes descuentos. Cuánto más hables con el estudiante, más barata te sale la pizza. A algunos, incluso, la cena les salió gratis.