Roberto Gutiérrez
Leí con estupor que algunos estados del país legislan para prohibir a los circos utilizar animales salvajes como leones, tigres, elefantes, jirafas, etcétera y que en San Luis Potosí, un grupo de ciudadanos acudieron a protestar en uno de esos espectáculos por lo que consideran “maltrato” a las antes estrellas de la carpa.
El Circo tiene un origen milenario y está próximo a desaparecer, pero no por esa reclusión de los animales a la que dicen sus defensores, los condenan sus dueños, sino porque en un mundo tan frívolo como el de ahora, alentado por el crecimiento de una clase media comodina, poco tiene por hacer ese espectáculo circense, si acaso mostrar a animales salvajes, que valga decir ya no lo son, pues comen más carne y duermen con menos frío que un niño de hospicio.
Permítanme que me ría ante tan inocente pavada, dirían los españoles de la protesta de los grupos “defensores” de los animales, por ese supuesto maltrato, al que se opone un grupo de ciudadanos, pues no cabe duda que ante la falta de una causa social, sustentada en una corriente ideológica, filosófica, o humana que defender, se ponen a ofender a la naturaleza.
Sería bueno recordar que desde tiempos inmemoriales la supervivencia de todas las especies está sustentada en una cadena alimenticia que observamos no solo en el Mar y sus Pescaditos, sino en territorios como África, donde los animales se perpetúan gracias a un predominio natural.
El propio ser humano, come, calza, viste y vive gracias a que es el peor depredador del mundo, pues ante él se rinden por igual, animales de todas las especies, que la propia naturaleza, o ¿no sabrán acaso los defensores del maltrato animal, como se crían las gallinas en las granjas de pollos, sin siquiera ver la luz del sol, desde que nacen hasta que mueren, comiéndose unas con otras, para producir los huevitos, que luego degustan en sus mesas?.
En todo caso, esos que se oponen a que haya animales en el circo, a quienes deberían de censurar es a los depredadores pero de la dignidad humana, y protestar en todo caso, en contra de la falta de una alimentación nutritiva para los niños.
También en contra del abuso que se hace de las mujeres, principalmente por la Ley, de que haya en México siete millones de jóvenes que ni estudian, ni trabajan, por la falta de oportunidades, de la polución que causan las grandes empresas, de la contaminación que se hace de lagos y ríos, o de la esclavitud a la que muchos empresarios condenan a sus trabajadores.
¿O no lo hacen porque ellos son parte de ese estado de cosas? la verdad no veo la diferencia entre un latigazo que se da a un tigre en un circo, a otro verbal que se da a un trabajador que gana un salario miserable, o al saqueo del erario que han hecho muchos funcionarios para vivir en la opulencia, sin que se conozca el origen de sus fortunas y que a pesar de que transcurren los años, es una práctica que se ha vuelto un circulo vicioso, el de gobernar y robar.
Nadie pide que estos grupos defensores del “maltrato” animal, que más parecen una clase media sentimentaloide, no defiendan en lo que creen, lo pueden hacer, pero es necesario también que no ofendan la inteligencia social, ni dejen en la orfandad a niños, jóvenes, hombres y mujeres, de todas las edades, que no tienen medios para subsistir y están condenadas a una pobreza permanente ¿O tienen más derechos los animales del circo?
Lo censurable es que mientras haya en nuestra sociedad atrocidades como el abuso de niños por pederastas, el robo y saqueo de los recursos de la nación, por malos políticos, la falta de salud y de educación para una gran parte de la población, haya quienes desde la comodidad de su posición clasemediera pretendan mejor “defender” a los animales del Circo que la verdad sea dicha, acá entre nos, comen y viven mejor que muchos niños indígenas de la Huasteca, o de cualquier colonia del Infonavit de la Capital.