Roberto Gutiérrez
La propaganda política ha ido del “Corre ve y dile” de los primeros tiempos de nuestra era, a los sistemas más sofisticados diseñados con alta tecnología, pasando por los mensajes subliminales, que aún se acostumbran en Radio y TV, hasta las bardas escandalosas, los péndulos, los promocionales impresos en papel, tela, cerrillos, playeras, etcétera. Todo pareciera que nuevo y novedoso, pero no lo es.
Los cimientos de la propaganda moderna tienen su origen en el malévolo genio de Joseph Goebbels, a quienes muchos comunicólogos aún admiran pensando que, el éxito de sus prácticas propagandísticas son viables pese a todas sus derrotas y a que sangró al mundo al ser caldo de cultivo para la corriente nazi que asesinó a 6 millones de judíos.
Esta propaganda que es común observarla en ciudades como San Luis Potosí, por sus grandes dimensiones tiene un corte fascista y de terror, que debe ser regulada, pues inculca valores de carácter ideológico-personal, que nada tiene que ver con las aspiraciones de una comunidad.
Si se revisara la historia local de San Luis Potosí, por ejemplo sería fácil encontrar modelos exitosos de propaganda política, sin embargo quienes tienen a su cargo las mal llamadas oficinas de prensa, creen que la vida comenzó cuando ellos salieron de la escuela.
Confunden además propaganda política con publicidad comercial, que con leyes tan laxas como las nuestras, se observa por igual un comercial de tv, donde se promete que un jabón quitará todas las manchas posibles de la ropa; que a un personaje público que promete muchas cosas, que nunca van a cumplir, pues no hay quien les reclame.
En algún momento de nuestra historia tal vez será necesario volver nuevamente al pasado y retomar otros modelos también exitosos, pero también recordar algo tan simple, que la propaganda política que inventó Goebbels, fue derrotada, no solo en Alemania, sino en Italia, España y Japón, países de corte fascista y que si aún hay quien la práctica es solamente por falta de ideas y capacidad.
Hoy cuando un ciudadano observa un espectacular de corte político, su mente trabaja y reflexiona en términos económicos y no con sentimientos patrios, que durante mucho tiempo fueron explotados con los símbolos nacionales.
Además ese tipo de propaganda política, que se confunde con publicidad comercial, pues le da un mismo valor a una coca cola, que a la fotografía de un candidato, ya no representa un plus de conocimiento, pues las redes sociales, sembraron antes otras imágenes en el subconsciente de los electores para ganar un voto.
Sin duda, que los “cerebritos” de la propaganda política, que van a trabajar para este 2015, deberán implementar nuevas ideas, otras zonas de posicionamiento y terminar con la clásica pinta de bardas, de grandes espectaculares, de la entrega de miles de promocionales impresos en cualquier cosa, para posicionar a sus candidatos, pues para bien o para mal, ya están en el subconsciente de las personas. Ahora lo que hará falta será posicionar sus ideas.
Memorias de un periodista en la Frontera.
La cena de Aniversario
Después de la ceremonia conmemorativa por los 40 años del periódico El Bravo, se organizó una cena con el personal del diario, en ese tiempo me hospedaba en el Hotel Residencial, que está a unos pasos del Río Bravo y paso obligado al puente Internacional para cruzar a los Estados Unidos, junto con mi familia, a la espera de que se realizara el anuncio de que sería el nuevo director.
Fui invitado a la cena, sin embargo de los trabajadores del periódico, nadie supo quién era y me dieron la bienvenida como un invitado más, lo que me dio una idea de lo que Don José Carretero Balboa, hasta ese momento uno de los accionistas de la Compañía, representaba y como desplegaba su sagacidad. Me sentaron en el presídium junto a los interantes del Consejo de Administración, a mi lado, un señor ya grande que vestía mangas de camisa, muy modesto, pero muy platicador, que me preguntaba muchas cosas y se veía que se esforzaba en hacerme plática. Después supe que era Rayumundo Ramírez Vences, director del Registro Civil en la Frontera, asesor cercanísimo de don José Carretero Balboa y también su cuñado.. Ramírez Vences formaba parte de un grupo de personas de edad, que asesoraban a don José Carretero, junto con Raúl Díaz y otros muchos como Miguel Treviño Emparam, un señor chaparrito de ojos azules y peinado escolar, que vestía muy bien, ex diputado federal y muy amigo de Emilio Martínez Manaotou, que gobernó Tamaulipas de 1981-1987 y quien perdió la candidatura a la Presidencia de la República con Luis Echeverria Alvarez. Estos “viejitos”, como yo les decía para mis adentros, fueron quienes me rodearon con sus consejos y me brindaron su amistad. Con Miguel Treviño comía una vez por semana en el Drive Inn, de Matamoros, un restaurante de postín en el que tocaba una orquesta por las noches y que había sido muy famoso en la frontera y en Estados Unidos, porque en la Segunda Guerra Mundial, las norteamericanas iban ahí a bailar y a buscar diversión, ante la ausencia de sus maridos que fueron enviados a la guerra.
La cena con el personal del periódico terminó sin contratiempos y sin que nadie supiera, quien era, yo, ni que hacía ahí, situación que solo conocían Don José Carretero, Isauro Rodríguez Garza y Jaime Villarreal, integrantes del Consejo de Administración de la Compañía, este último casado con la hermana de una potosina Lupita Salazar, quien fue mi compañera en la SCT federal en San Luis Potosí. Jaime Villarreal había sido tesorero general del Estado con Emilio Martínez Manaotuo y cuando iba de paseo a San Luis, en su avioneta, me invitaba, lo que nunca acepté.
La historia para mi comenzaba a escribirse y a descubrir también todo el entramado que rodeaba a la propiedad de El Bravo, que hasta el momento tenía un presidente del Consejo de Administración Isauro Rodríguez Garza, un viejazo de 80 años, a quien recuerdo con toda la amistad del mundo, a Jaime Villarreal, un poco más joven y a mi maestro don José Carretero Balboa. Quien en realidad era en ese momento ya el dueño de la mayor parte de las acciones de la Compañía, a través de un pacto de caballeros, como se acostumbra en Tamaulipas donde la palabra se empeña más allá de la muerte. No sin sus sinsabores tal como ocurre con todas aquellas cosas que realizan los seres humanos(continuará)…