Memorias de un periodista en la frontera (continuación)
Por Roberto Gutiérrez
En lo general México ha tenido malos gobernantes, claro que hay sus excepciones pero esos son “garbanzos de a libra”, la razón es muy sencilla, prevale una mala administración, corrupción, impreparación y la vanidad o la egolatría, de quienes ha sido electos para ocupar desde el cargo más modesto, hasta la presidencia de nuestro país.
¿Quien recuerda por ejemplo un buen Presidente de México, que lo haya sido en el reciente Siglo XX? Que haya dejado huella como el constructor de un nuevo país, de un estado, de una ciudad. Que haya sido un gran educador, un detonador de la economía nacional, o por lo menos super honrado.
Nadie seguramente y de ahí para abajo, lo que no implica que nunca lo podamos tener, aunque sigue prevaleciendo lo primero.
¿Cuál es por ejemplo nuestra diferencia con los países desarrollados, que cuentan con una educación de primer nivel, empleos y salarios decorosos, políticas de salud envidiables, infraestructura incomparable con la nuestra, si también tenemos riquezas naturales, petróleo, mano de obra, etcétera?
¿Será la forma de administrar nuestra riqueza, en la que como regla general, va implícita la frase de que “el que parte y recomparte, le toca la mayor parte?
México tiene aún una gran cantidad de pueblos y ciudades, sin infraestructura, sin escuelas, sin servicio médico y altos niveles de desempleo, además de un campo improductivo, zonas urbanas llenas de jóvenes que no van a la escuela, en donde predomina el alcoholismo, vagancia, etcétera y la razón es muy sencilla, no sabemos gobernar.
La economía nos puso a competir a todos, pero a los gobernantes no, pues prevalece la concentración del poder en una sola persona a cualquier nivel de mando, las estructuras de las instituciones se supeditan a una gran pirámide de poder, en la que los modelos de democracia no sirven, ni funcionan y así México no puede ser una nación con futuro.
El Gobierno se hace de acuerdo al estado de ánimo del gobernante en turno, de su cosmovisión del desarrollo, del país que el conceptualiza y las instituciones de cualquier nivel están supeditadas a su voluntad.
El Siglo XXI va galopante en el tercer milenio y nosotros seguimos igual. Entonces se requiere de una nueva forma de gobernar, que de cauce, rumbo, pero ante todo sabiduría al gobierno de todos, en el que no haya lugar para las decisiones precipitadas, individualistas, ni radicales, en el que predomine el bien común como tarea principal y desde luego el bien de la comunidad como el tesoro que todos debemos preservar, pues ahí vivimos y convivimos todos.
Los altos salarios de la burocracia administradora de los bienes públicos, no caben en ciudades con necesidades como la nuestra. El amiguismo, el compadrazgo en la función pública es igual de dañina, por lo que no debe tener cabido en una nueva forma de gobierno. La división de poderes, debe ser más que un mandato constitucional una cuestión ética y moral, para quienes desempeñan un cargo.
El actual estilo de gobierno no sirve, está viciado y debe cambiar por uno que esté sustentado en la participación de la sociedad, con instituciones, públicas o no, revisoras, vigilantes, que estén más allá de los periodos de gobierno, para que puedan fiscalizar nuestro paso como una nueva sociedad.
Vamos a ir a un nuevo proceso electoral, en el que solo cambiarán los nombres y los resultados serán los mismos; el programa de gobierno, la agenda del Congreso, las políticas públicas de justicia ¿a qué propósito van a obedecer?
A donde se va direccionar el presupuesto del Estado ¿a salarios?, ¿a mayor burocracia? Hay un reto en la nueva forma de gobernar y todos debemos adquirirlo desde cada una de nuestras trincheras.
Memorias de un periodista en la frontera (continuación)
La Heróica Matamoros es una ciudad importante para el país, por su cruce internacional con la ciudad de Brownsville Texas, que en su zona conurbada tiene un millón 136 habitantes. En aquellos años de 1991, apenas tenía dos pasos a Brownsville, el conocido como Puente Viejo, por donde cruzaba también el ferrocarril y el Puente Nuevo, que originalmente se llamó El Paso de Santa Cruz (hoy el Puente Nuevo Internacional), y que es el primer paso fronterizo oficial entre los Estados Unidos de América y México, luego que se fijó en 1848 al río Bravo como límite entre las dos naciones.
A esa ciudad llegué junto con mi familia en octubre de 1991, contratado por una empresa de Monterrey, que buscaba un periodista para hacerse cargo del periódico El Bravo, que fue fundado en 1951. No conocía a nadie, nunca había estado en ese lugar, no tenía pasaporte, ni hablaba inglés. Mi contratación se dio de una forma muy Sui géneris, pues el anuncio se publicó en el periódico El Sol de San Luis, a finales de 1990, precisamente cuando había terminado la licenciatura en Ciencias de la Comunicación. El anuncio decía: Se solicita director para periódico. Edad, entre 45 y 55 años, de edad, que tenga experiencia en rotativas, manejo de personal, equipos de pre prensa, papel y hable inglés, etcétera, pero no especificaba el lugar. El anuncio lo recorte, lo doble y lo guardé en el saco. En ese tiempo trabajaba en la Secretaría Particular del Gobernador Leopoldino Ortiz Santos, como director de la Unidad de Documentación y Logística y acababa de concluir la carrera en Ciencias de la Comunicación, en la Universidad Autónoma, pero no me había titulado.
Tenía claro que ahora debía trabajar en lo que había estudiado y esa se me hacía una gran oportunidad, pero solo tenía un inglés elemental, conocía poco de prensas para periódico y lo peor, que solo tenía 29 años. El reto sin duda era mayúsculo, aún así aplique como candidato eran finales de 1990. El periodo gubernamental del licenciado Ortiz Santos, estaba por concluir, era más bien un interinado para cubrir a Florencio Salazar Martínez, quien había sido obligado a renunciar, en unos meses más estaría sin empleo.….. (continuará).