Una de letras, música y más música…
Fotografía: Memo Zomoc.
En esta ocasión, les escribiré como si me escucharan, porque el tema a tratar es la música. El arte de las musas, según la traducción del término, su belleza recae en la coherente combinación de sonidos acompañados de silencios, y todo ello acompañado con la profundidad de una buena lírica, se vuelve un lujo auditivo.
Algunos usamos la música para aislarnos, nada como desahogarse junto a unas estruendosas guitarras desordenadas, mezcladas con una potente y grave voz que externa toda la irreverencia que por prudencia dejamos guardada en el cajón. Otros, moquean y lloran como Magdalenas con violines, piano y percusiones, lavando las heridas de una ruptura o un mal día. Sin dejar de lado aquellas grandiosas canciones de triunfo, que nos invitan a reproducir escenas de películas, como la de Rocky, aunque no estemos entrenando, pero tal vez nos encontramos triunfando, agitamos los brazos y los puños al aire como todos unos ridículos seudo-pugilistas. Bastantes temas hay para toda clase de estados de ánimo.
Un sinfín de usos que darle, ambientar celebraciones, bodas, cumpleaños, llamadas en espera, en el elevador, y hasta en los funerales ponemos música.
Por otro lado, también para banda sonora de nuestras vidas, hay quienes decimos las cosas con canciones, y para todo encontramos una, desde un estremecedor “Te solté la rienda”, hasta el más dulce “Soy tuyo”, o por el contrario un sin sentido “Me gusta la gasolina” (¿?), o una hiriente replica de desamor como “Por tu maldito amor”.
Se puede amar esa parte de la música que te hace recordar momentos, personas, cosas y sensaciones.
Con la música podemos cerrar los ojos y empezar a imaginar lo que nos provocan los sonidos, nos da la oportunidad de experimentar y/o potencializar lo que sienten los artistas cuando se inspiran.
Ese éxtasis de creatividad que te eriza la piel y se transforma en una obra de arte, o en su defecto, en alaridos con los que creemos ser todos unos barítonos, pero con la certeza de que en algunos casos nos encontramos en la cómoda soledad de nuestros hogares y no hemos lastimado los tímpanos de nadie más que los perros y los vecinos.
Por generaciones, se presenta el peculiar fenómeno que consiste en la opinión de nuestros progenitores con relación a nuestro gusto musical, la cual siempre versa en: “Basura”, “mugrero”, y el típico “Esa no es música, la de mis tiempos, esa, sí era buena música”.
Y en parte tienen razón, sobretodo, si estamos hablando de aquellos padres que, disfrutaban del buen rock and roll acompañado de un fuerte meneo de melenas largas y sudor, cubiertos de cuero negro y playeras con calaveras en onda, al menos, esa es mi visión imaginaria de mis padres.
La realidad, es que mi madre vivió en el mero mole del rock en su adolescencia, más sin embargo, la clase de mujer rockera de esa época, era lo opuesto a una niña bien de ese entonces, mi madre era toda una fan de los Beatles, the Monkeys, Bee Gees, ABBA, Gloria Gaynor, y Ray Coniff, que representaba toda una innovación eso de hacer voces similares al sonido de una trompeta.
En algún momento de su vida fue a un recital de Kiss y se perturbó al ver al gran Gene Simmons cortándose la lengua con una daga y escupiendo sangre a sus seguidores, en otra, un conocido le obsequió un LP de Led Zeppelin, y lo regaló porque no le gustaba.
Por supuesto es razonable, por los valores con los que ella creció y su formación, era imposible que amara la música que su hija siente vibrar en el pecho como si realmente hubiera vivido esa época. A la fecha, hacer que disfrutara de Joaquín Sabina fue todo un reto, y un triunfo.
La música que se escucha, habla mucho de nuestra personalidad, es importante escuchar de todo, y mantenerse actualizado, sin desvalorizar los clásicos, de cualquier género, ya que dentro de cada estilo existe mucha cultura, desde palabras, instrumentos raros, ritmos característicos de las naciones e incluso es una forma empírica de realizar antropología, conocer las diferentes castas a través de su gusto musical es interesantísimo.
Está vez, tengo un regalo auditivo para ustedes, se trata de una joya musical de 2001, un proyecto realizado por los músicos Roberto Iniesta, Fito Cabrales e Iñaki “Uoho” Antón, titulares de conocidas bandas del rock en español, consistente en musicalizar los poemas escritos por Manolo Chinato, un poeta español cuyo trabajo principal toca temas bucólicos, sentimentales y sociales, es una belleza de letras y sonido, les comparto ad imo pectore:
“Poesía Básica de Extrechinato y tu”
*Salmón de ideología, abogada de tiempo incompleto, cafeinómana por convicción, en constante lucha por amar lo que hace