Roberto Gutiérrez
Si alguien dudaba del espíritu de rebeldía de los potosinos, no deben ir muy lejos y observar lo ocurrido el lunes en la colonia San Antonio de Soledad de Graciano Sánchez, aquí a unos pasitos de la Capital, que presume de ser una urbe casi de primer mundo, igual a su vecina Soledad de los Ranchos, en las que por discurso oficial, -sólo por eso- no hay pobreza, ni mendicidad, ni abusos policíacos, ni desempleo, ni hambre, etcétera.
Pero…. La realidad es otra, y ayer lo vimos. Padres de familia hicieron justicia por su propia mano y quemaron la casa del conserje de una escuela, en las instalaciones del plantel porque presuntamente violo a varios niños. Pero asómbrese estimado lector, el susodicho ya había sido detenido por la policía de Soledad quien lo liberó por falta de pruebas ¡Bendito sea Dios!… En qué país vivimos.
El hecho en sí además de vergonzoso y de ser un delito grave, tiene una corresponsabilidad social, de las autoridades tanto de Seguridad, como de Educación. ¿Cómo es posible que en un centro educativo, donde se supone que van los niños a estudiar, donde hay programas, municipales, estatales y federales en operación, para cuidar y formar a los nuevos ciudadanos, ocurran situaciones como estas?
¿Dónde están las autoridades escolares, en que parte de todo esto queda la aplicación de la ley? ¿Quién vigila a quien?.. No hay duda que nuestra realidad es esta, la del abuso, de la indiferencia, pero también el de la coartada oficial, el de la justificación y el cinismo.
Afortunadamente la rebeldía de todos nosotros no ha muerto y ahí está la muestra de que cuando se carece de todo y de justicia también, prende la inconformidad, por lo que lo ocurrido en la escuela “Rafael Ramírez”, debe ser una llamada de atención a todos para que no vuelva a ocurrir, pues el enojo social está vivo y solo falta una chispa para que prenda.