Por: Ma. Guadalupe Mayela Sierra Torres
En la actualidad, el foco de atención de la Educación son los alumnos, ya que en la Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB) (SEP, 2011) se promueve el logro de aprendizajes y el desarrollo de competencias, a través de ambientes favorecedores, dónde los alumnos son los constructores de su conocimiento.
La Educación en México ha sufrido constantes cambios, se han realizado reformas curriculares continuamente. Seis reformas en 28 años es una compleja realidad. El impacto de las nuevas tecnologías, hace que el docente tenga que actualizarse y someterse a un proceso de cambio, en dónde los contenidos y la metodología tengan que replantearse. Atendiendo estas necesidades, la Secretaría de Educación Pública propone a partir del año dos mil seis una reforma a la Educación Secundaria, con el propósito que los maestros mejoren sus prácticas docentes y contribuyan a que los alumnos ejerzan efectivamente el derecho a una educación básica de calidad.
Anteriormente, la enseñanza se limitaba a un proceso complejo y rígido que no permitía cuestionamientos ni fomentaba el análisis, sino más bien se enfocaba a seguir paso a paso una serie de lineamientos o reglas otorgadas por el maestro.
La enseñanza, definida por Nuthal (2005) como un ritual cultural que se ha asimilado por cada generación y que reproducen los docentes, las familias y los estudiantes, no es una simple habilidad, sino una compleja actividad cultural, condicionada por creencias y hábitos. Reformarla requiere cambiar la cultura de la escuela y crear nuevos contextos de aprendizaje. Sin modificar tales creencias no será posible la transformación real. Tal es el caso del proyecto educativo mexicano que ha transitado por diversas transformaciones y se ha consolidado hasta la fecha actual, porque se ha luchado con ideales, prejuicios y creencias que la sociedad ha adquirido a través del tiempo.
Freire (1999) afirma que en la práctica educativa se da una educación bancaria, donde predomina una enseñanza repetitiva y limitadora del pensamiento crítico, donde los protagonistas del acto de enseñanza no se regresan a la crítica de sus praxis y es menester otro tipo de pedagogía en las instituciones educativas.
Tal panorámica ofrece una oportunidad para reflexionar sobre los modos de cómo se ha venido enseñando. Sus implicaciones sobre el aprendizaje de los alumnos constituyen un tema de actualidad y de apremiante necesidad. Por lo que, para los docentes, el reto de la formación del sujeto contemporáneo, se sitúa en la dificultad de transformar las informaciones en conocimiento, al que Pérez (2009), lo define como los significados que va construyendo el ser humano sobre los diferentes campos de la realidad a lo largo de la historia.
Lo que realmente se quería era conseguir que el aprendizaje no fuera tan opaco, por lo que se debían sustituir las prácticas que abusaban de la memorización y la mecanización.
Para alivio de todos, la enseñanza se ha reformulado y el tradicionalismo ha quedado a un lado, trayendo consigo una ola de constructivismo que cambió el sentido del proceso de enseñanza y aprendizaje.
Ahora el eje principal del proceso educativo se centra en el aprendizaje significativo del alumnado y se plasma en los la Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB, 2011) como el inicio de una transformación que generará una escuela centrada en el logro educativo al atender las necesidades especificas de aprendizaje de cada uno de sus estudiantes, para que adquieran las competencias que permitan su desarrollo personal. (p.18)
Entonces, los profesores deben crear situaciones con las que los alumnos puedan deleitarse con actividades atractivas que promuevan el aprendizaje. Deben ser innovadores de la enseñanza y aceptar los retos de las nuevas realidades del presente, así como Guzmán (1993) lo expresa:
La complejidad de la educación sugiere que los teóricos de la educación y no menos los agentes de ella, deban permanecer constantemente atentos y abiertos a los cambios profundos que en muchos aspectos, la dinámica rápidamente mutante de la situación global venga exigiendo.
En dicho proyecto, el aprendizaje es el papel central, se pretende que los alumnos adquieran habilidades y conocimientos a través de competencias, estructurado en cuatro ejes fundamentales: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser. Se basa principalmente en la formación de un ciudadano democrático, crítico y creativo, es decir, una formación axiológica tal como se establece en el Artículo 3° Constitucional y en la Ley General de Educación ya que se encuentran implícitos valores como: responsabilidad, patriotismo, equidad, democracia, justicia, solidaridad, cooperatividad, igualdad, legalidad, mismosque permitirán formar un individuo que asuma su responsabilidad ante un mundo cambiante, ante una sociedad exigente.
Esta formación en valores, favorece la construcción de la identidad personal y nacional de los alumnos. Se fundamenta en un deber ser, en las virtudes y potenciales que habrán de tener los educandos al finalizar cada etapa de formación, en la que se ven inmiscuidos profesores, directivos, autoridades y padres de familia, quienes son los principales formadores de valores desde el hogar.
Hoy, la educación debe recrear a través de prácticas pedagógicas a un ser integro, incorporando explícitamente los valores fundamentales para desarrollarse con éxito en sociedad.
Sánchez (2001) corrobora la necesidad del interés hacia los valores y enfoca él porqué y para qué cuando expresa:
Si queremos consolidarnos como seres humanos, positivos, amantes de la vida, es necesario que los agentes socializantes como la familia y la escuela, en una primera instancia (…) realicen su mejor esfuerzo para reforzar y desarrollar valores y conductas éticas.
Por tales motivos, se considera que la educación se configura no solo por habilidades y conocimientos sino también, por actitudes, valores y normas morales o sociales que rigen actualmente a la sociedad. Esta tarea no es exclusiva de la escuela y los maestros, sino que demanda compartir una implicación directa con los padres de familia, que deberán ser participes de cualquier problema de la educación de sus hijos, siendo ellos la parte medular del proceso de enseñanza y aprendizaje, por ello, en la Ley General de Educación se establece que son ellos quienes deber ser los principales colaboradores de dicho proceso.
Aunque el proceso educativo debe estar fundamentado en valores, no se puede dejar de lado la formación de competencias para la vida, que es el enfoque principal de los Planes y Programas de Estudio. Según Tobón (2004), seguir este enfoque, es comprometerse con una docencia de calidad, buscando asegurar el aprendizaje de los estudiantes y define el término de competencias como procesos complejos de desempeño con idoneidad, en un determinado contexto con responsabilidad.
Las competencias significan calidad en el desempeño de los estudiantes, orientación de la enseñanza a partir de los procesos de aprendizaje y contextualización de los contenidos a abordar. Su desarrollo implica generar estrategias de intervención docente, que favorezcan el logro de las mismas y que alguna forma permitan que el docente simplifique su trabajo a un instructor dentro del aula.
Las estrategias didácticas que utilicen los profesores deben propiciar la movilización de saberes y llevar al logro de los aprendizajes esperados de manera continua e integrada. (SEP, 2011, p.62)
Esto presupone que la intervención del profesor, desde el diseño y la planeación, hasta el momento en que se lleva a cabo la experiencia de aula, está presente para potenciar los aprendizajes que lograrán los estudiantes. (Alanís, et. al., 2008)
La construcción de un nuevo modelo educativo, según Torres (1996), acorde con los tiempos y los requerimientos del siglo XXI, requiere medidas integrales, radicales y urgentes, destinadas a revertir el papel del docente.
El trabajo y rol del docente, debe cambiar, pues no consiste en solo transmitir información ni conocimientos, sino más bien de crear ambientes de aprendiazaje permanentes y duraderos.
Aunque no se cuenten con los recursos necesarios para llevar a cabo actualizaciones, el docente debe mantenerse en constante proceso de cambio que permita elevar la calidad de la educación.
El bajo salario, las malas condiciones laborales, la falta de reconocimiento social, la falta de formación y apoyo, la crítica, etc., no deben causar desanimo ni frustración en los docentes, la vocación debe permanecer siempre en el ejercicio docente. Es decir, los maestros debemos conjuntar nuestros esfuerzos para aportar un grano de arena en el ámbito educativo, y así de esa manera lograr que los ciudadanos que formamos, sean personas de bien y que se puedan enfrentar a la sociedad con éxito, sin temor al fracaso.
Para ello es necesario que los docentes se comprometan con la sociedad mexicana, que no muestren rechazo hacia la nueva reforma, que no tengan temor al cambio. El nuevo docente, trae consigo un largo listado de competencias deseadas. Son muchos los retos que tiene que afrontar, sin embargo, no significa que sean imposibles, solamente requiere un sentido de responsabilidad que él mismo debe adquirir.
Bajo esta concepción, un profesor responsable, es aquel que quiso, quiere y querrá ser profesor toda su vida, es aquel que esta movido por la vocación. La persona que se asume como responsable y por lo tanto libre, busca contagiar su libertad (Savater, 1999)
Es por ello que el maestro debe someterse a una formación continua, contando con el apoyo de la RIEB, que contempla cursos orientados a su formación, inversiones de infraestructura y equipamiento y el desarrollo de materiales educativos.
El perfil de los maestros que pueden lograr la transformación que nuestros tiempos demandan, exige un alto compromiso hacia ellos mismos y hacia la comunidad educativa, exige una opción de vida y de jerarquía de valores y a la construcción de una sociedad justa, colaboradora y equitativa y con una visión de superación permanente.
El papel del docente del siglo XXI ya no se centra en la transmisión de conocimientos, sino más bien en la movilización de saberes, por lo que el docente debe ser:
– Un modelo de aprendiz
– Un líder
– Un investigador
– Un filósofo
– Un visionario
– Un formador
– Un maestro de la vida
Lo anterior, requiere de:
- Un cambio de actitud
- La aplicación de la investigación-acción
- El trabajo en equipo
- Redimensionar otros grupos de interés
- La aplicación de las nuevas tecnologías
Por último, quiero mencionar el reto del docente del presente siglo, que dadas las características del entorno (globalización, economía, diversidad, tecnología) es convertirse en docentes estratégicos, capaces de crear y adaptarse a las situaciones que se les presenten, pero su principal reto, es reconocer que hoy su papel en el proceso educativo, es mediador entre el conocimiento y los procesos de aprendizaje de sus estudiantes.