La investigadora reconoció en su exposición que la antropología se ha ocupado poco de la niñez porque ésta no los consideraba sujetos actuantes, por fortuna en las últimas décadas –dijo- empezaron a surgir nuevas perspectivas que cuestionan la idea de que los niños sólo aprenden y tienen que aprender hasta que sean adultos; los niños no sólo aprenden, también innovan sobre el parentesco y lo dinamizan, introduciendo términos que los adultos adoptan.
Agregó que los métodos cualitativos y cuantitativos de la antropología tienen mucho que aportar para la reflexión sobre los procesos de socialización de los niños, sobre todo desde la etnografía, que permite la observación participante llevada a cabo desde lo cotidiano.
La doctora Razy consideró que desde la antropología de la infancia las ciencias sociales asignan un lugar para el pensamiento infantil en el mundo sociocultural, además, nos permiten comprender mejor la entrada del niño a su entorno, su familia y comunidad, haciendo pública su existencia. Esto permite generar políticas educativas más democráticas y horizontales para la formación de los niños.
En El Colegio de San Luis, la antropóloga Neyra Alvarado Solís encabeza este proyecto de Antropología de la Infancia y cuenta con apoyo de instituciones extranjeras para el desarrollo, como el IRD, que es un organismo francés de investigación para el desarrollo y que ha colaborado desde hace varios en este proyecto.