Por Carolina Varela Castillo*
Desde el momento en que la educación se masificó, el modelo tradicional de aprendizaje fue el imperante. La trasmisión de conocimientos se daba a través de una rígida disciplina, el lenguaje verbal, la relación maestro alumno era básica para el desarrollo de las facultades y los conocimientos adquiridos por el estudiante.
Nos acordamos todos, al menos la gente de mi generación, del frio salón de clases, donde el maestro era el único orador y los demás éramos sencillamente simples espectadores.
Recibíamos los conocimientos como listados de recopilaciones y aprendíamos a fuerza de repeticiones, una y otra vez de los conceptos adquiridos en la escuela, pese a como suene, creo que no nos fue tan mal, a pesar que una de las críticas a este sistema es la falta de innovación y la total rigidez del mismo, hemos de mirar las invenciones tecnológica, artística y culturales que se han dado en estas últimas décadas.
Ahora bien, siempre se ha dicho que hay que cambiar el sistema educativo, con miras a seguir los cambios imperantes en el mundo, eso sin lugar a duda, está muy bien, ahora nuestros alumnos se encuentran inmersos en los que se denomina, un sistema de aprendizaje por competencias.
Este sistema deja atrás la formalidad, la rigidez y la conducta del sistema anterior y pone al estudiante frente a posturas constructivistas, es decir, lo ayuda a generar destrezas y habilidades para su posterior desempeño laboral.
Procura que el alumno tome conciencia del saber, y sea quien conteste para sí, el qué y por qué de lo aprendido. Lo invita a errar y a modificar conductas para llegar a fines de una forma natural e integral, buscando que sean más analíticos y estratégicos en la toma de decisiones frente a los problemas comunes, lo que permite que aprenda de forma individual y autónoma a lo largo de toda su vida, luego la adquisición de conocimientos no necesariamente lo hará en la escuela.
Analizando un poco, este tipo de enfoque que se ha dado en nuestras escuelas a mediados de los 90, sería uno de los ideales si se desarrollara de forma seria y contundente por las instituciones educativas imperantes, si tuviéramos maestros de calidad (que sin duda los hay), y toda la infraestructura educativa expuesta para ello.
Este sistema de educación sería uno de los mejores, pero la falta de impulso, de continuidad, de interés, e incluso de saber trasmitir valores por nuestra precarios organismos educativos, han hecho lo que hoy por hoy, es la educación en México.
Y ahora, la pregunta que queda en el aire: ¿Serán capaces nuestros actuales estudiantes, y nuevos profesionistas, de sobrellevar la carga y seguir con los avances del mundo actual? ¿Serán capaces de obtener los conocimientos necesarios con la poca o inestable educación a que están sometidos en la actualidad? Como quién dice amanecerá y veremos.
*Carolina Varela Castillo, es Investigadora del Departamento de Derecho de la Universidad de Salamanca y cuenta con Maestría en Derechos Humanos y Derecho Comunitario.
*Abogada por la Universidad Javeriana de Bogota y Especialización en Derecho Tributario y Fiscal, por la Universidad de los Andes.
*Es colaboradora del Portal Digital de la Revista Potosina de Educación, desde 2013.