A Edgardo en su cumpleaños, con afecto y admiración
Roberto Gutiérrez
Viajar de San Luis Potosí a Matamoros, siempre fue una aventura. Las carreteras en ese tiempo (principios de los 90s), eran malísimas, además para llegar a Ciudad Victoria, había que subir la sierra, que era muy peligrosa, incluido el famoso balcón del Chiué, una curva que deja frío a cualquiera. Afortunadamente nunca tuve problemas, pese a que casi siempre viajaba de noche. Además de que en esos años, hacerlo de San Luis a la frontera era muy seguro, nada de asaltos, secuestros, disparos, ni nada de eso como después ocurrió en los años posteriores, que volvió prohibitivo circular por esa zona del país, principalmente de San Luis a Matamoros.
Los altos obligados en la madrugada, eran cenar en el café Florida que estaba a un lado de la carretera pasando Jaumave, casi para subir a la sierra, cruzar Ciudad Victoria, sin detenerse y llegar hasta San Fernando a tomar café y ya de ahí, la frontera estaba a tiro de piedra.
Llegar a Matamoros procedente de San Luis Potosí, era casi como un trofeo, por lo largo del viaje, pues la carretera estaba en malísimas condiciones, principalmente de San Fernando a Matamoros. Mi récord siempre fueron 9 horas manejando y con mucha prisa 7 y media.
Esa carretera era de de un solo tramo de doble sentido con múltiples hoyos, y con lluvia que la convertía en una laguna en los meses de septiembre y octubre, temporada de huracanes.
Siempre viajé de noche, con mi familia, todos se dormían y poco faltaba para que yo también lo hiciera, en el tramo de San Fernando a Valle Hermoso, el viaje era acompañado de un sopor caliente, por la cercanía del mar.
Las primeras veces siempre maneje, luego el periódico me asignó un chofer y vehículo el que casi siempre iba armado, así que aprovechaba lo largo del viaje para dormir, aun cuando siempre lo hacía con un ojo abierto, pues era común que en esos tramos nos detuvieran elementos de la entonces Policía Federal de Caminos, quienes nos pedíamos identificarnos para luego dejarnos ir.
Puedo decir que en los años en que llegue a la frontera Matamoros aún era una ciudad muy chica, comparado a como está ahora, tenía solo los puentes, el conocido como puente Viejo, que se construyó en 1911 e inauguró el entonces jefe del Ejército Constitucionalista Venustiano Carranza, de lo que hay una fotografía de revolucionarios en el cruce de las vías.
Dicho puente en ese tiempo fue concesionado al gobierno de los Estados Unidos durante 100 años, periodo que concluyó en el 2011, pasando esa aduana a poder de México. Este puente era básicamente para el ferrocarril que cruzaba de México a los Estados Unidos y viceversa, por lo que las personas debíamos pasar caminando a un lado de las vías, en caso de no viajar en coche.
Igual los norteamericanos que pasaban de los EU a México, así lo hacían, un dato curioso por cierto en este puente, era que muchas veces para regresar de Matamoros a Brownsville Texas, los norteamericanos solo saludaban en inglés al aduanal que estaba en la caseta y cruzaban sin presentar ningún papel.
Eso llevó a muchos fronterizos a pintarse el pelo y a aprender a saludar y decir dos que tres palabras en inglés, eso les permitía cruzar la frontera, sin presentar ningún documento. Bastaba con decir “I’m an American citizen”, para cruzar al lado norteamericano, sin que nadie los molestara.
La Puerta México o Puente Nuevo, era todo lo contrario, pues fue construido con las más altas especificaciones como correspondía a un puente de esas dimensiones y considerado el puente principal de la ciudad de Matamoros. Este paso era conocido como el Paso de Santa Cruz (hoy el Puente Nuevo Internacional) y fue el primer paso fronterizo oficial entre los Estados Unidos de América y México, luego que se fijó en 1848 al río Bravo como límite entre las dos naciones.
En la década de los 90s se construyeron otros dos puentes el puente Libre Comercio conocido también como el puente Los Indios que se hizo durante el gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari y el puente Ignacio Zaragoza o de los Tomates.
Cuando se inició la construcción del de Los Indios, siempre pensamos que lo inauguraría el presidente de México en ese tiempo Carlos Salinas de Gortari, sin embargo no fue así pues cuando se abrió el Presidente Salinas, dio su informe de Gobierno, al que por cierto asistí, por lo que no pudo ir.
Después del Informe nos invitaron a Palacio Nacional a la salutación, sin embargo a los directores de los diarios, nos llevaron a una sala de Palacio a donde fue a saludarnos Carlos Salinas. Cuando lo tuve frente a mí, le comenté “Señor Presidente hoy se inauguró el Puente los Indios en Matamoros, es una fecha importante pues hacía muchos años que no se abría uno nuevo en la frontera de Tamaulipas con los Estados Unidos”. Carlos Salinas, me escucho y me dijo que sí, que era su deseo estar en esa ceremonia, pero que ya habría tiempo de hacerlo. En ese tiempo estaba en la Dirección de Comunicación de la Presidencia de la República, Oscar Ramírez un matamorense, que ocupaba el cargo de director de comunicación con los estados del país, a quien conocí, en ese tiempo y con quien cultivé una buena amistad. Ese día él estaba ahí en esa reunión. Por cierto que en esa ocasión por primera vez, la Presidencia de México, no cubrió los gastos de los periodistas invitados, por lo que la Compañía periodística de El Bravo, fue quien costeó mis gastos para asistir al Cuarto Informe del Presidente de México.
Si Matamoros era una ciudad pequeña, no lo era en cuanto a su economía, pues la región donde se sembró sorgo en cantidades industriales y luego era traído al centro del país, también era un emporio económico, con sitios muy refinados como el Drive Inn, donde la buena comida y los buenos vinos, permitían pasar muy buenos momentos, aderezados con música de orquesta para bailar.
En esos años era obvio que el Drive Inn ya había pasado sus mejores momentos, pues como narré anteriormente, el lugar era el sitio preferido de las norteamericanas que cruzaban la frontera de EU a México para ir en busca de los mexicanos que entre música y trago les ayudaran a olvidar la partida de sus esposos a la guerra.
Aún así ese esplendor que había transcurrido en décadas anteriores, no reñía en nada, con esos años, en los que muchas veces conviví con don José Carretero Balboa, quien me invitaba a comer para platicar del diario y de política y terminaba él narrándome de sus negocios exitosos en la frontera, de sus experiencias y en ocasiones de la vida de muchos personajes que como el vivieron el crecimiento de Matamoros.
Recuerdo que un día terminamos de comer y de tomar Whisky Buchanans, el que había corrido generosamente, nos acompañaron en la mesa dos amigos de don José, que también compartían eufóricos la sobremesa. Nuestro mesero se nos acercó para preguntar si queríamos algún postre a la vez que ofrecía una gran variedad de ellos. Yo no si fue el wishky, o la nostalgia, por mi tierra por lo que dije: Le encargo por favor arroz con leche. Todos soltaron la carcajada, yo me puse de mil colores, que había dicho que estuviera mal. El mesero solo dijo: Eso no lo tenemos en la carta. Don José riéndose aún me palmeó la espalda y me dijo: No licenciado, de eso no hay aquí, eso se acostumbra allá por el bajío.. Bueno pensé, siempre se aprende algo nuevo. (continuará)..